El Artista

Cuál creador incansable me llega el agotamiento, me reposo, una nebulosa pasa por mi subconsciente, miro esa obra, ¡mi obra!, y comienzo a preguntarme cómo ha sido. Pero al mismo tiempo, analizo, ¿es prehistoria? Pues sí, lo es, me respondo. Al igual que ellos para hacer sus armas y utensilios tallaron la piedra, la madera, el marfil, directamente, me contesto, yo lo he hecho, lo sigo haciendo. Pero continúan mis pensamientos, veo a los egipcios, con sus trazos característicos, monumentales esculturas. ¿Yo las he hecho?, me sigo repitiendo. Me afloran nuevas formas, pienso en los griegos, en el Románico, con sus figuras, relieves grotescos, irónicos y cómo no, sus arcos de medio punto, en fin, sus iglesias. Veo el Gótico, estilizado, majestuoso, grandes catedrales, sus portadas inconfundibles, en fin, los grandes artesanos de la escultura. Me veo ahí. ¿El Renacimiento pasa por mí? Con ese resurgir, ese Ave Fénix del arte, esos desnudos, adoración del cuerpo humano, pureza de línea. Pero, al mismo tiempo, pienso en África, en América, en los aztecas, en los mayas, en el arte mexicano y en el Barroco y me repito una y otra vez: ¡Pero si yo también tengo obras recargadas, retorcidas, exageradas! Pero al mismo tiempo me tranquilizo diciéndome: yo también he hecho obras muy simples en su concepción, pureza de líneas… como cualquier modernista… me reconforto. ¡Si hasta he hecho alguna abstracción! Eso tan de moda y tan de hoy, recapacito, y para tranquilidad mía, pienso yo, me vuelvo a contestar: ¡Soy crisol de todo eso! Un sobresalto me invade, reacciono, y como siempre, sigo trabajando, y me sigo diciendo a mí mismo: el tiempo lo dirá.

Luis Montull